Había una vez un pobre leñador que regresaba a su casa después de una jornada de duro trabajo. Al cruzar un puentecillo sobre el río, se le cayo el hacha al agua. |
Entonces empezó a lamentarse tristemente: ¿Como me ganare el sustento ahora que no tengo hacha?
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Al instante ¡oh, maravilla! Una bella ninfa aparecía sobre las aguas y dijo al leñador: |
Espera, buen hombre: traeré tu hacha.
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Tampoco es la mía dijo el afligido leñador.
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¡Oh gracias, gracias! ¡Esa es la mía!
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martes, 3 de febrero de 2015
CUENTO
ANEXO#3
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